¿Cuál es el futuro de las energías eólica y solar tras el Covid-19?

El Covid-19 ha producido un trauma mundial a nivel macroeconómico, pero podría desencadenar la expansión global de la energía eólica y solar.

Los próximos meses podrían ser los mejores o los peores para las energías renovables. La pandemia del Covid-19 ha producido un trauma macroeconómico sin precedentes en el mundo, creando un territorio de incógnitas para todos los sectores, pero pocos más que las industrias de energía eólica y solar en rápida evolución a medida que navegan en la corriente principal de la energía.

Que dentro de un año el impacto del coronavirus en la trayectoria de la transición energética se considere cataclísmico o revolucionario, se resume en las palabras del físico Niels Bohr: «La predicción es muy difícil, especialmente si se trata del futuro».

Caída de los inversiones

A corto plazo, las ondas de choque del colapso provocado por el Covid-19 en el precio del crudo tienen el potencial de causar interrupciones serias en las cadenas de suministro del sector energético y han llevado a las petroleras a reducir el gasto para proteger las inversiones existentes en gas y petróleo. En lugar de comprometer capital en energías renovables.

Esto ha llevado a los analistas del sector a pronosticar importantes consecuencias para la industria de la energía limpia hasta ahora en rápida expansión, y el debate gira ahora en torno a lo dañino que sería.

Rystad Energy, por ejemplo, ha pronosticado que el crecimiento de los proyectos de energías renovables comisionados hasta la fecha serán “barridos” en todo el mundo, reduciendo su predicción previa al coronavirus a un total de»crecimiento plano» de 126 gigavatios de energía fotovoltaica y 71GW de capacidad eólica, y reduciendo sus expectativas para 2021 en un 10% adicional.

Bloomberg New Energy Finance es un poco más optimista, recortando su perspectiva solar global para 2020 de 152GW a 143GW, y señalando que el sector eólico se enfrenta a un «considerable riesgo a la baja » a los 75,4GW que pronosticó en diciembre, pero aún en línea para tener un año récord para nuevas instalaciones.

Y Wood Mackenzie prevé que se activarán 73GW de viento este año, una disminución de casi 5GW respecto a pronósticos anteriores, a medida que la industria lidia con «una crisis sin precedentes».

Proyectos europeos

En Europa, los desarrolladores de energía renovable y sus cadenas de suministro tienen una visión valiente, pero realista, sobre el impacto inmediato del Covid-19.

Samuel Poulsen, director ejecutivo de la danesa Orsted, explicó que los planes de desarrollo de la empresa siguen «sin cambios hasta ahora», y EnBW, de Alemania, anunció que las crecientes ganancias de las energías renovables la habían llevado a cumplir los objetivos de beneficios con antelación, haciéndola «sólida como una roca» para resistir la tormenta del coronavirus.

Al mismo tiempo, ambas empresas reconocieron que había «riesgos claros» en el caminoa a medida que la pandemia arrasa el mundo.

Los fabricantes de turbinas eólicas han demostrado ser resistentes, cerrando temporalmente las plantas de góndolas y palas para revisiones de seguridad, pero con el sector en general viendo niveles de fabricación funcionando al 96%, según el grupo de presión WindEurope.

Y, en base a los primeros sondeos entre sus miembros, SolarPower Europe mantiene su expectativa de que la acumulación de energía fotovoltaica en la UE alcance los 35GW para 2023 

La probabilidad de que se mantuviera esta amplia estabilidad del mercado regional trastabilló después de una declaración de 27 jefes de estado de la UE en la que argumentaron conjuntamente que el Acuerdo Verde y la estrategia de transición energética a más largo plazo debían combinarse a través de un «enfoque ordenado» para las medidas de emergencia del Covid-19 desarrolladas alrededor de la «transición verde y la transformación digital».

La situación en Estados Unidos parece más sombría

Las cosas se ven con menor optimismo en los EE. UU., donde la pandemia ha puesto en riesgo a más de la mitad de la cartera de proyectos a corto plazo de 44GW del sector de la energía eólica, y a unos 35.000 empleos, según la Asociación Estadounidense de Energía Eólica, mientras que, a mediados de marzo, la pandemia ya estaba «causando estragos» en la energía solar estadounidense, según Abigail Ross Hopper, directora ejecutiva de la Asociación de Industrias de Energía Solar.

La situación es materialmente más complicada en los Estados Unidos, al menos a corto plazo, debido a que Washington ninguneó al sector de las energías renovables en el recientemente presentado paquete de estímulo de 2 mil millones de dólares, y prestó oídos sordos a las peticiones de los organismos del sector de que el Covid-19 podría causar una catástrofe, con una “caída de las inversiones y pérdidas de empleo en el sector de las energías eólica y solar”.

La conclusión, en última instancia, es que nadie acierta a ver en el horizonte la verdadera dimensión del daño económico que se infligirá a la industria de las energías renovables tras la primera ola de la pandemia. Como dijo Francesco Starace, presidente ejecutivo de Enel, en una reflexión reciente ante los accionistas: «Desafío a cualquiera que haya imaginado algo como el Covid-19. Ningún juego de guerra de resiliencia corporativa podría haber previsto el impacto del coronavirus en las personas, las economías y la energía a nivel mundial.

Incertidumbre posterior a la pandemia

En estas circunstancias, las «certezas» aparentes del mercado se dejan en manos de economistas.

La pregunta más grande, de hecho la más importante, es cómo saldrán paradas la transición energética y las industrias de energías renovables en el ‘post-Covid-19’ y qué perspectivas tendrán en el mercado. Como el historiador Yuval Noah Harari escribió en una columna del Financial Times sobre los posibles resultados geopolíticos de la pandemia: «Deberíamos preguntarnos no solo cómo superar la amenaza inmediata, sino también qué tipo de mundo habitaremos una vez que pase la tormenta».

El jefe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Fatih Birol, instó a principios de marzo a los gobiernos de todo el mundo a incluir un gasto a «gran escala» en tecnologías que incluyan las energías eólica y solar, el hidrógeno verde y la captura y almacenamiento de carbono (CCS) en sus planes de estímulo, ya que esto «traería los beneficios gemelos de estimular economías y acelerar las la transición a las energías limpias».

Más tarde agregó que la inversión actual en proyectos de energía renovable «resguardaría» las economías del mayor impacto financiero de la pandemia.

Sin embargo, el tamaño y la forma de la oportunidad industrial para que las energías renovables vean un aumento global de la inversión depende en gran medida de cómo las grandes petroleras redirigen su inversión de capital en el mercado petrolero, o de si los gobiernos cogen al toro por las astas y comienzan a canalizar los subsidios al combustible fósil –que, según el Fondo Monetario Internacional aún supera los 5 mil trillones de dólares al año– al desarrollo de energías renovables.

Colapso del precio del petróleo

Con el crudo a menos de 20 dólares el barril y sin la menor perspectiva de que recupere su precio de 35 dólares en el corto y mediano plazo, el panorama energético global ha cambiado por completo.

Los mínimos históricos actuales del precio del petróleo también son una «ventana de oportunidad» para retirar los subsidios a los combustibles fósiles sin tener el tipo de impacto sísmico en los consumidores que causaría una reacción pública, señala Antonio La Camera, director general de la Agencia Internacional de Energía Renovable (Irena).

«Las energías renovables se han convertido en la fuente dominante de nueva capacidad de generación de energía en los últimos seis años porque son competitivas en el extremo inferior del rango de costes de generación de energía de combustibles fósiles convencionales», dijo.

“Por el contrario, la volatilidad del precio del petróleo puede socavar la viabilidad de los recursos no convencionales de petróleo y gas [como el gas de esquisto bituminoso y las arenas petrolíferas], así como los contratos a largo plazo.”

La Camera y otros, incluido Birol, que en los primeros días del brote de Covid-19 en Europa expresaron su preocupación ante la posibilidad de que las petroleras diesen marcha atrás en sus compromisos de inversión en energía limpia ante el descenso de los ingresos, descartan la idea de que el colapso del precio del crudo perjudique la transición energética, señalando que los datos del colapso del precio del petróleo de 2014 muestran que «no hay evidencia de un vínculo entre los dos», con la inversión en energías renovables subiendo a «nuevas alturas» ese año y en 2015.

Cambio de estrategia

Muchas petroleras con visión de futuro están convulsionando con reelaboraciones integrales de sus estrategias de inversión, pero aún no disponemos de datos contrastados.

Los primeros signos de planes de transición energética más ambiciosos en el sector incluyeron la decisión de Equinor de pasar al vicepresidente ejecutivo Paal Eitrheim –que hasta ahora dirigía la nueva área de negocios de energía de la compañía noruega de gas y petróleo– a liderar un proyecto corporativo temporal para manejar su respuesta al colapso de los precios del petróleo, y BP anunció que redactaría una propuesta que someterá el próximo año al voto de los accionistas, que consagraría su promesa de llegar a cero neto para 2050.

Incluso antes de la pandemia del Covid-19, los grupos europeos de petróleo y gas habían dejado atrás a sus homólogos estadounidenses en la adopción de energías renovables.

El gigante estadounidense Conoco Phillips aún no ha realizado una sola inversión en energía eólica o solar, según un estudio en torno a 15 de los principales actores de la energía fósil elaborado por la firma de abogados CMS, que calculó que las compañías petroleras occidentales inyectaban el 3% de sus presupuestos de capital combinado en energías renovables en 2018, con el 96% de esos 7 mil millones destinados a energía eólica y fotovoltaica.

Pero, dado que el año pasado las petroleras internacionales solo canalizaron el 0,8% de su gasto de capital en energías renovables y CCS, según los números de la AIE, estas cifras solo pueden aumentar.

Mientras tanto, en China los paquetes de estímulo del estado incluyeron una infusión masiva de capital de miles de millones de dólares en 25 de los proyectos de energía renovable del gigante eléctrico chino Tres Gargantas, con el proyecto eólico marino más grande de Asia entre ellos.

Y como señaló Rystad, hasta ahora solo había habido una interrupción de bajo nivel en las cadenas de suministro del sector eólico y solar chino, con envíos globales que «llegaron más o menos como se esperaba».

El personal de los proveedores nacionales de turbinas y paneles fotovoltaicos volvió a ocupar sus puestos de trabajo con relativa rapidez, aunque los objetivos de expansión de energía renovable del líder mundial buscan una apuesta a largo plazo.

«No dejes pasar la oportunidad de una crisis tan grave»

El gigante eólico danés Vestas reinició sus operaciones en sus plantas de China a mediados de febrero, y la empresa germano-española OEM Siemens Gamesa ha reanudado gradualmente la fabricación en las últimas semanas, aunque el optimismo total en este frente en Europa puede ser prematuro.

Como ha sido constantemente advertido por casi todos los analistas del sector, energía renovable o no, el tren ha abandonado los raíles de los viejos modelos económicos globales, las filosofías industriales capitalistas están siendo reinventadas, y el mundo que emerja tras la pandemia del coronavirus será irreconocible.

La esperanza de que la transición energética mundial reciba un formidable empujón de este cataclismo y no se quede fuera de juego reside, en palabras de Rahm Emanuel, «en la capacidad de la comunidad internacional de no dejar pasar la oportunidad de una crisis tan grave».

Deja un comentario